Cada uno de ellos deberá costearse especialmente para determinar la conve-
niencia de introducirlos o no.
El precio es quizás el elemento de la estrategia comercial más importante en
la determinación de la rentabilidad del proyecto, ya que él será el que defina en
último término el nivel de los ingresos. El precio, al igual que en el caso del
producto, requiere consideraciones mayores de lo que se desprende del simple
significado de la palabra. En este caso, las condiciones de venta son fundamentales
en la forma que adquiera el flujo de ingresos. Por ejemplo, deberán definirse las
condiciones de crédito, el porcentaje de cobro al contado, el plazo del crédito, el
monto de las cuotas, la tasa de interés implícita en las cuotas, los descuentos por
pronto pago, los descuentos por volumen, etcétera. Tan importantes son estas
variables que sólo una de ellas, como la tasa de interés implícita, puede hacer
rentable un proyecto.
Por ejemplo, si se determina que el segmento del mercado
al que se quiere llegar está en condiciones de comprar si las cuotas son bajas y
no es sensible a la tasa de interés que se cobra por el crédito, la rentabilidad podría
residir en el negocio financiero del crédito, más que en el negocio comercial de
la venta. Sin entrar a calificar esta posibilidad, lo más probable es que en ella se
llegue incluso a desincentivar el pago al contado.
La definición del precio de venta debe conciliar diversas variables que influyen
sobre el comportamiento del mercado. En primer lugar, está la demanda asociada
a distintos niveles de precio, luego los precios de la competencia para productos
iguales y sustitutos y, por último, los costos.
La forma más simple de calcular un precio es adicionando un porcentaje a
los costos unitarios totales. Para ello, se calcula un margen, ya sea sobre los precios
o sobre los costos. En el primer caso, se calcula un porcentaje sobre el precio de
venta, desconocido, de la siguiente forma:
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