La localización tiene un efecto condicionador sobre la tecnología utilizada en el
proyecto, tanto por las restricciones físicas que importa como por la variabilidad
de los costos de operación y capital de las distintas alternativas tecnológicas
asociadas a cada ubicación posible.
Al estudiar la localización del proyecto es posible concluir que hay más de
una solución factible adecuada. Más todavía cuando el análisis se realiza en nivel
de prefactibilidad, donde las variables relevantes no son determinadas en forma
concluyente. De igual forma, una localización que se ha determinado como óptima
en las condiciones vigentes puede no serlo en el futuro. Por lo tanto, la selección
de la ubicación debe considerar su carácter definitivo o transitorio y optar por
aquélla que permita obtener el máximo rendimiento del proyecto.
El estudio de la localización no será entonces una evaluación de factores
tecnológicos. Su objetivo es más general que la ubicación por sí misma; es elegir
aquélla que permita las mayores ganancias entre las alternativas que se consideran
factibles. Sin embargo, tampoco el problema es puramente económico. Los factores
técnicos, legales, tributarios, sociales, etcétera, deben necesariamente tomarse en
consideración, sólo que la unidad de medida que homologue sus efectos en el
resultado del proyecto pueden reducirse, en algunos casos, a términos monetarios.
Siempre quedará la variable subjetiva no cuantificable que afectará la decisión,
como, por ejemplo, las motivaciones personales del empresario.
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