Cualquier decisión que se tome en el presente afectará a los resultados futuros.
Por su parte, los costos históricos, por el hecho de haberse incurrido en ellos
en el pasado, son inevitables. Por lo tanto, cualquier decisión que se tome no hará
variar su efecto como factor del costo total.
El caso más claro de un costo histórico
irrelevante es la compra de un activo fijo. En el momento en que se adquirió dejó
de ser evitable, y c ualquiera sea la alternativa por la que se opte, la inversión ya
extinguida no será relevante.
Los costos históricos en sí mismos son irrelevantes en las decisiones, puesto
que por haber ocurrido no puedan recuperarse. Es preciso cuidarse de no confundir
el costo histórico con el activo o el bien producto de ese costo, que sí pueden ser
relevantes. Esta sería la situación de un activo comprado en el pasado, sobre el
cual pueda tomarse una decisión a futuro que genere ingresos si se destina a usos
optativos, como su venta, arriendo u operación. En estos casos, el factor relevante
siempre será qué hacer a futuro. En ninguna evaluación se incorpora como pat ¡¡
o elemento de medida la inversión ya realizada.
Aunque en palabras resulte claro y lógico el planteamiento, en la práctica n<
es siempre así. Muchos inversionistas no se deciden a abandonar un proyecto el.
consideración del alto volumen de inversión realizada, que no se resignan a perder.
Desgraciadamente, no visualizan que abandonar oportunamente significa, en la
gran mayoría de los casos, no aumentar la pérdida.
En otros casos se da la situación inversa, es decir, optan por abandonar en
circunstancias de que continuar, si bien no reporta utilidad, permite minimizar a
pérdida.
Un ejemplo aclarará este concepto.
Supóngase que una compañía fabrica dos artículos diferentes en procesos
productivos aislados, pero con actividades administrativas y de venta centralizadas.
Las proyecciones financieras para el próximo año entregan los estados del Cuadro
20.1, que deberán analizarse para determinar la conveniencia de cerrar una de las
plantas:
Supóngase, además, que los $ 250 000 de gastos generales de administración
se asignan a las plantas sobre la base de las ventas. Si se cierra la planta B, se
estima que se podrá reducir estos gastos a $ 180 000.
El espacio ocupado por la planta B podría alquilarse en $ 200 000 anuales. No
hay otra alternativa de uso más rentable.
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