Una característica de los proyectos es que tienen, en general, un horizonte limitado en el tiempo. Esto significa que difícilmente “duren para siempre”. La cuestión básica desde el punto de vista de la evaluación es cómo determinar cuál es el horizonte de un proyecto particular.
Para responder esa pregunta, debemos en primer lugar tener en claro que la determinación del horizonte del proyecto no debería ser burocrática; es decir, no deberíamos establecer un límite a la vida del proyecto “por que sí”, sea invocando prácticas habituales o definiéndola arbitrariamente.
Una forma de aproximarnos a una respuesta más sólida conceptualmente, es identificar cuáles son las etapas principales de la vida de un proyecto. En general, esas etapas son tres: inversión, horizonte explícito y valor de continuidad.
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