Todo esquema de concepción económica requiere, de alguna forma u otra, que la comunidad organizada realice un esfuerzo ordenado y deliberado de planificación de su desarrollo.
Cada sociedad tiene ciertos objetivos colectivos que cumplir; para ello dispone de una cierta estructura y una forma determinada de organización política que hace posible que la autoridad pública tome decisiones por el resto de la población.
Planificar el desarrollo significa determinar los objetivos y las metas en el interior de un sistema económico, para una forma de organización social y para una determinada estructura política. De esta forma, la planificación, y dentro de ella la preparación y evaluación de proyectos, tiene un carácter neutral y puramente
técnico, ya que no puede considerársele como característica de un determinado sistema político, económico y social.
Los objetivos que persigue la planificación deben calificarse desde un punto de vista social, económico y político. De esta forma, la planificación intenta determinar un mecanismo que permita seleccionar racionalmente y en el tiempo aquel conjunto de objetivos optativos que sean más viables de alcanzar en concordancia con los recursos proyectados y cuantificados en el tiempo. Este proceso, que se
denomina "planificación del desarrollo", pretende, finalmente, que los valores, objetivos y metas que se plantean los individuos y la sociedad a la que pertenecen puedan alcanzarse mediante la previsión de los hechos que podrían ocurrir y la coordinación de las acciones que procuren su implementación.
La planificación del desarrollo obliga a la definición de instancias programáticas que la hagan posible. De esta forma se generan distintos programas de acción que se definen como instrumentos destinados a cumplir los objetivos y metas trazados a través de la integración de un conjunto de esfuerzos humanos, materiales y financieros que se le asignen en un lapso determinado.
La implementación de los programas que se definen se realiza mediante la elaboración de proyectos, los que deberán prepararse y evaluarse para ulteriormente aprobarse o rechazarse en función de su viabilidad económica y el cumplimiento de los objetivos establecidos en el programa.
El proyecto no puede entenderse como un objetivo en sí mismo. Por el contrario, sólo será un medio para alcanzar los objetivos generales sobre los cuales se elaboró el plan de desarrollo y los programas sectoriales.
El preparador y evaluador de proyectos tiene que trabajar con neutralidad respecto a las políticas de contexto que se dan en un momento determinado, independientemente de cuál sea su posición frente a ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario