Una vez que se tiene claridad respecto de dónde estamos en cada uno de los cinco niveles, surge
entonces la pregunta obvia: ¿cuál es el rumbo que se quiere tomar? Lo anterior no se responde
aduciendo a frases como “yo creo que” o “yo pienso que”, sino que obedece a una problemática
detectada a partir de lo que hoy ocurre en el mundo que nos rodea, en el contexto de nuestra
realidad local, en la interacción de los mercados, los stakeholders y, por supuesto, en la propia
empresa. Nada es por azar, sino que nace de una identificación clara de un problema, necesidad
u oportunidad, el que probablemente aún no se manifiesta, pero que el análisis lógico de las
tendencias deja entrever claramente.
La respuesta a esta interrogante surge del diseño de la propuesta de valor , conocida también
como el diseño de la estrategia competitiva, que corresponde al conjunto de atributos que caracteriza
la experiencia del usuario al que queremos entregar, la cual probablemente requerirá de
la participación de una multiplicidad de industrias y negocios que no necesariamente representa
parte de nuestro core o negocio base , pero que sí conforma parte integral de la propuesta de
valor, pues la tendencia hoy en día es cómo facilitarle la vida al cliente, más allá de condicionarlo
a las fronteras naturales del negocio.
El análisis de dónde estamos permitirá identificar una serie de problemáticas y necesidades
que dan origen a ideas de proyecto. Sin embargo, parte del proceso es justamente responder
hacia dónde se quiere ir. Por ello, la disponibilidad de recursos, las habilidades y motivaciones
personales, y en particular la identificación de ventajas competitivas, marcará la pauta del
camino a seguir, pues parte del fracaso de una buena idea nace de la carencia en el conocimiento
del negocio, de la falta de know how o experiencia, y de la inexistencia de redes de contacto,
entre otros.
Por esta razón la respuesta a tal interrogante surge como consecuencia de la correlación e interacción entre las oportunidades que brinda el mercado y las ventajas competitivas que se tengan como empresa, así como también de las personas que están detrás del emprendimiento. Es común observar en nuestros días que los consorcios que se conforman para llevar a cabo un emprendimiento están compuestos por grupos heterogéneos en los cuales algunos incorporan know how operativo, otros capital, otros redes de contactos comerciales y otras redes políticas.
Sin perjuicio de lo anterior, es fundamental priorizar las oportunidades de inversión , pues,
como ya se ha señalado, el problema económico de qué y cuánto producir obedece a una carencia
de recursos que son escasos y de uso múltiple; por ello, antes de definir el plan de desarrollo,
debería evaluarse cada una de las alternativas de inversión detectadas y desechar aquellas
que presenten relaciones de riesgo-retorno no compensatorias, donde no se tenga ventajas
competitivas claras, o bien, no se cuente con conocimiento del negocio, o al menos no se tenga
acceso a ese conocimiento. Por lo tanto, se trata de un proceso de selección cuantitativo y estratégico.
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