Este enfoque propuesto por Harberger, asume que la sociedad asigna a los beneficios de los proyectos en salud un mayor valor que el costo de proveer las atenciones en salud para ciertos grupos y hasta cierto límite.
Como bien de inversión en capital humano, los beneficios se relacionan con las Ganancias en Tiempo de trabajo productivo debidas a determinado proyecto, relacionadas en la disminución de la cantidad de muertes, incapacidades permanentes e incapacidades temporales. La valorización macroeconómica de la salud como bien de inversión se realiza mediante la medida denominada “Años de Vida Perdidos ajustados con Discapacidad, AVAD”, lo cual permite comparar diferentes alternativas de acción para varios proyectos de magnitud nacional como pueden ser Vacunaciones o Chagas.
Como bien de consumo, se considera que las atenciones en salud brinden satisfacción a los usuarios, además de la liberación de recursos producida por la nueva oferta de servicios. La valorización económica de la salud como bien de consumo presenta dificultades para cuantificar los beneficios del mayor consumo, entendidos como la “Disponibilidad a Pagar, DAP” por obtener un servicio de salud. En proyectos cuyo monto de inversión sea considerable (segundo y tercer nivel de atención) se puede realizar encuesta a potenciales usuarios sobre DAP por los servicios que serán ofrecidos.
En cuanto a la liberación de Recursos, se considera que dada la demanda insatisfecha de servicios por limitaciones de recursos, la oferta tiene un comportamiento inelástico, por lo con un proyecto no ocurre liberación de recursos directos. Los recursos liberados indirectamente por el proyecto incluyen el tiempo de desplazamiento, el tiempo de espera de las personas y los gastos en medios de desplazamiento. Los costos económicos en la prestación de servicios de salud se identifican y valorizan desde la perspectiva de la teoría del consumo y se entienden como la mayor demanda de insumos requerida para una prestación de servicios.
Dado que el asignar un valor monetario a muchos beneficios es complicado, para cuantificar los efectos de los proyectos se opta por dos mecanismos: Primero, tomar indicadores de salud como medidas PROXI de los beneficios. Por ejemplo, Tasas de Mortalidad infantil, materna, atención profesional del parto, cobertura de vacunación10, etc. y segundo, suponer un efecto sobre éstos indicadores, generado por los productos del proyecto, para lo cual las medidas PROXI de los beneficios serían las atenciones entregadas por cada programa, vacunas colocadas, usuarios atendidos11, etc. En éste sentido, la valoración de los proyectos se realiza con relación al número de atenciones brindadas (Productos) o por población beneficiaria del proyecto (Beneficiarios), medidas denominadas de Costo Eficiencia.
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