En la práctica, los mercados internacionales están afectados por una multitud de políticas que afectan la libre actividad de exportadores e importadores: tasas y aranceles al ingreso o egreso de bienes y servicios, retenciones a la exportación, subsidios a determinadas importaciones o exportaciones, cuotas que limitan las cantidades físicas que se pueden comerciar, y barreras para arancelarias, como controles sanitarios, especificaciones de envasado y otras.
Estas disposiciones tienen como efecto relevante, desde nuestro punto de vista de la evaluación social, la aparición de una “cuña” entre el precio de oferta y el de demanda. Esto, a su vez, agrega un factor de diferenciación entre el valor y precio privados y el valor y precio sociales.
Los pasos para la valoración son los siguientes:
• Ajustar los precios de mercado para suprimir el efecto de las tarifas, impuestos, subsidios y otras restricciones. El precio de mercado incluye cualquiera de las distorsiones mencionadas; sin embargo, las mismas son transferencias entre las partes (del exportador o importador al gobierno o viceversa). En consecuencia, no son relevantes para la valoración social, y deben descontarse del precio apropiado (precio FOB para las exportaciones y precio CIF para las importaciones).
• Valorar cada unidad de divisa generada o demandada al tipo de cambio social: Hasta ahora habíamos supuesto que el tipo de cambio privado y social coincidían. Sin embargo, muchas veces ese no es el caso. En consecuencia, la valoración social de las divisas debe hacerse al tipo de cambio que refleje la “verdadera” valoración (costo) social de una divisa generada (utilizada) en el proyecto, esto es, el tipo de cambio social.
• Ajustar por los costos de transporte y manipuleo: Los pasos anteriores valoran al bien en la frontera. Para valorarlos en el proyecto, debemos adicionar los costos de transporte, si se trata de un insumo importado, y deducirlos, si se trata de una bien de exportación.
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