Lo relevante a nuestros fines es que cualquiera de estos proyectos puede ser analizado desde la óptica social. En particular, deberían serlo aquellos que son impulsados por el Estado o desde organismos internacionales, donde los recursos globales de la sociedad están siendo comprometidos.
En efecto, los proyectos impulsados por el sector público implican decisiones acerca de la asignación de recursos de toda la sociedad. Si bien a la misma le interesa cómo emplean sus recursos los agentes privados, gran parte del control social se hace, indirectamente, a través de los mercados: aquellos usos poco convenientes para la mayoría se verían penalizados en los mercados.
Los proyectos públicos, por otro lado, tienen en primera instancia el control dado por la legitimidad del gobierno, pero requieren, más que los privados, un mecanismo que muestre que el uso que se hace de los recursos es el mejor posible.47
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