Son aquellos que tienen una duración de más de una temporada, es decir, se siembran o plantan una vez, y se pueden cosechar durante varias temporadas. Por ejemplo, frutales. Estos cultivos, en general, requieren de una inversión mayor que en el caso de los cultivos anuales, y consecuentemente su rentabilidad es también mayor.
A su vez, la cosecha de los cultivos depende entre otros factores, de la satisfacción de sus demandas de riego dentro de la temporada. Es así como al productor agrícola le interesa tanto la disponibilidad del recurso hídrico como su distribución dentro del período de riego. Además, para el caso de los cultivos permanentes, le interesará el abastecimiento del recurso en los períodos siguientes.
La disponibilidad del recurso hídrico es una variable aleatoria, que está asociada, por lo tanto, a una distribución de probabilidades. De esta manera se hace necesario definir el concepto de seguridad de riego, que indica la probabilidad de contar con los recursos hídricos necesarios, durante varias temporadas (o años), dicho de otra manera, es una forma de medir el riesgo asociado al abastecimiento del recurso.
Los productores toman las decisiones de plantar, previo a conocer la disponibilidad de recursos hídricos necesarios, por lo que su decisión se basa en un pronóstico o “esperanza”.
Por lo tanto, el productor de un predio que tenga una seguridad de riego baja, optará sólo por plantar cultivos anuales, cuando su pronóstico le indique que tendrá recursos suficientes. Por otro lado, un productor de un predio que tenga una seguridad de riego alta, podrá optar por plantar cultivos permanentes, ya que su riesgo es menor.
Los beneficios del proyecto se generan al aumentar la seguridad de riego para las tierras beneficiadas, permitiendo una mayor producción; ya sea por aumentar la superficie regada en cada año, como por permitir un cambio a cultivos más rentables, al disminuir el riesgo del abastecimiento de agua.
Las tierras de secano, que son aquellas que no se riegan, tienen un beneficio que se puede estimar por el valor comercial de la tierra en esas condiciones.
Este beneficio se debe considerar en los casos en que estas tierras pasen de la situación de secano a tener riego.
Entre estos beneficios se debe considerar el impacto positivo que genera en mujeres la disponibilidad de agua de riego, que libera tiempo domestico, evita acarreos y facilitaría los roles domésticos, mejora la salud familiar y permite un mínimo de actividades agrícolas de consumo familiar, con posibilidades de transitar a producción comercial. La transformación del uso de suelo a otros de mayor intensidad de mano de obra, acelera la demanda por mano de obra femenina temporal.
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