El reconocimiento oportuno de los peligros y la evaluación de los riesgos e impacto a que se exponen las personas, el medio ambiente, la comunidad del entorno y los bienes físicos a causa de los proyectos que se desarrollan, y la adopción, en consecuencia, de medidas preventivas que tengan como finalidad el control de estos riesgos, entregan un importante valor al proyecto, que con esto da cumplimiento a la legislación vigente y evita destinar recursos para mitigar daños ya causados, además de fortalecer su imagen corporativa y mantener la certificación de los sistemas de gestión.
La metodología de estudio de impacto ambiental debe aplicarse a todos los proyectos, independientemente de su fuente de financiamiento, de sus modalidades de administración y/o tipo de contrato, para su desarrollo y ejecución, en cualquiera de las etapas de idea, preinversión , inversión y operación.
Aun cuando no existe una legislación que prevea todos los impactos negativos que un proyecto podría generar, el comportamiento del inversionista debiera sustentarse en valores éticos y de responsabilidad social y no tan solo en el cumplimiento de una legislación, muchas veces insuficiente, en esta delicada materia.
Es por ello que hoy en día se habla del concepto three bottom line; es decir, la triple última línea , refiriéndose a la medición de rentabilidad económica , social y ambiental.
El estudio debe incluir todos los peligros, riesgos e impactos asociados con las personas, el medio ambiente, la comunidad del entorno y los bienes físicos donde se inserta el proyecto. Los resultados deben incorporarse en los eventuales procesos de licitación y/o cotización en los respectivos contratos de los proyectos, para ser aplicados en las etapas correspondientes.
Está fuera del alcance de este estudio el análisis de riesgos asociados con aspectos financieros, de gestión y los propios del negocio, como cambios en la actividad económica, inflación, política monetaria y fiscal, restricciones de comercio, cambios de costos esperados, pérdidas de mercado y cambio de leyes, entre otros.
Transcurrido un tiempo prudente de operaciones, corresponderá realizar la posevaluación del proyecto. Esta debe considerar la verificación del cumplimiento de los compromisos de la DIA y del EIA , los cumplimientos de las acciones correctivas, preventivas y no conformidadesentregadas durante el proceso de traspaso de la etapa de ejecución a la etapa de operación, en los ámbitos de las personas, el medio ambiente, la comunidad del entorno y los bienes físicos.
Por otra parte, cuando se considera el cierre de un proyecto, deberá tenerse en cuenta un plan de mitigación de posibles efectos ambientales. Por ejemplo, en un proyecto de vertedero, además de preocuparse durante la operación de las externalidades negativas y mitigaciones ambientales, al término de su vida útil deberá considerarse un plan de recuperación de suelo, a través de la entrega de áreas verdes a la comunidad, además del control de gases y líquidos. Los costos que involucra esta iniciativa deberán considerarse en el valor de desecho del proyecto, lo cual perfectamente podría implicar que este último valor termine siendo negativo, es decir, que deba pagarse por salir del proyecto. Otro tanto ocurre con proyectos mineros en los que se exige dejar el terreno en condiciones normales una vez que se haya extraído todo el mineral.
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