Si no hay claridad de las etapas de desarrollo y crecimiento, no solo en términos conceptuales, sino también en términos de tiempos, tampoco habrá claridad respecto de qué se va evaluar.
Para comprender lo anterior, considere un proyecto cuya etapa inicial es la comercialización de agua mineral vitaminizada en una región determinada. Sin embargo, en una segunda etapa, al cabo de dos años se pretende abarcar la zona norte del país y luego, en una tercera etapa, la zona sur. Posteriormente, el proyecto considera la introducción de agua mineral saborizada y por último, la introducción de productos complementarios.
Entonces surge la interrogante de qué se va a evaluar: el proyecto asociado con la primera etapa o bien el proyecto en forma integral, es decir, incorporando las etapas sucesivas en los momentos que corresponda. Por cierto, siempre existe la opción de evaluar cada etapa como un proyecto marginal en el momento que corresponda o bien evaluarlo íntegramente desde el inicio, en cuyo caso habrá que identificar las inversiones, costos y beneficios que se adicionarán al flujo del proyecto asociado con la primera fase.
Particularmente, el proyecto de bicicletas públicas se evaluó considerando solo la etapa inicial, aun cuando se tenía establecida la incorporación de más comunas una vez que el proyecto se haya establecido y el mercado haya adoptado el sistema.
Por ello, desde el punto de vista de la evaluación económica se definió evaluar hasta la etapa de implementación inicial.
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