lunes, febrero 27

Las necesidades y los proyectos (II)

Esto significa que la evaluación deberá determinar si la utilización de los recursos limitados se hace en forma eficiente en las mejores alternativas. También deberá investigar la posibilidad de una mayor efectividad en la reasignación de las inversiones aun aquéllas que, ofreciendo rendimientos positivos, puedan verse incrementados en otra alternativa consecuente con los objetivos del inversionista, ya sea particular, institucional, regional o nacional.
Todos los días utilizamos una multiplicidad de bienes y servicios para vivir. Necesitamos alimentarnos, y para ello disponemos de un sinfín de productos alimenticios que se ofrecen en el mercado. Lo mismo sucede con la vivienda, el vestuario, y así sucesivamente. Si vamos de vacaciones en automóvil, recorremos caminos, cruzamos puentes y túneles. Si nos alojamos en un hotel, disponemos de electricidad, quizás de televisión en colores y de diversas comodidades que se pueda desear. Sin embargo, nunca nos detenemos a meditar cuántas ideas y cuántos proyectos se fueron realizando para que nosotros disfrutemos de ellos y podamos
vivir mejor.
Con mayor o menor precisión un inversionista, sea el Estado o un empresario privado, evaluó las ventajas o desventajas que le significaba utilizar recursos escasos para ofrecer bienes y servicios que satisficieran las necesidades de la persona humana. Alguien, en el tiempo, tomó la decisión de emprender una determinada tarea que en definitiva significó la existencia de un nuevo producto, un alimento industrializado, una nueva población de vivienda, un túnel caminero, una autopista, el hotel en que nos alojamos, una central hidroeléctrica, un canal de televisión, un puente, la red de alcantarillado, etcétera.
Resulta lógico pensar que de alguna manera u otra alguien pensó y decidió que efectuar esas inversiones resultaría conveniente a los intereses, ya fuesen particulares o del Estado. También resulta lógico pensar que esas inversiones solamente tendrían posibilidad de éxito en la medida en que la comunidad las aceptase como favorables para la satisfacción de sus necesidades. Dicho de otra manera, no es posible generar un proyecto si éste no es capaz de resolver una necesidad humana y si, además, no es aceptado por la comunidad a la cual va dirigido.

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